08/05/2020 / Guillermo Rodríguez

Automatización biofarmacéutica: hechos, retos y oportunidades

El mundo se está transformando a un ritmo acelerado. Cada día surgen nuevos retos y metas, por lo que muchos procesos, considerados inmutables desde hace tiempo, dejan espacio a nuevas tendencias económicas, demográficas o tecnológicas, con la subsecuente adaptación del marco jurídico y regulatorio.

Por ejemplo, la fabricación farmacéutica evolucionó desde antiguas fórmulas magistrales en boticas y los comienzos de producción a gran escala, del siglo XIX, hasta la industria biofarmacéutica actual, con enormes instalaciones vanguardistas impulsadas mediante robótica, inteligencia artificial y procesos logísticos avanzados, en línea con complejas redes de regulación de medicamentos.
En este sentido, la industria biofarmacéutica es claro ejemplo de innovación disruptiva. Impulsada por descubrimientos científicos y clínicos, en 50 años ha producido un plus de longevidad del 40% (Int J Health Care Finance Econ., 2005, 5:47-73). Por tanto, la producción y distribución de medicamentos es una prioridad política, que en la Unión Europea representa cerca del 1,5% del PIB. Así, en una resolución del 02/03/2017, el Parlamento Europeo “reclama la adopción de medidas a escala nacional y de la Unión para garantizar el derecho de los pacientes a un acceso universal, asequible, eficaz, seguro y rápido a terapias esenciales e innovadoras, la sostenibilidad de los sistemas públicos de atención sanitaria de la Unión y las inversiones futuras en innovación farmacéutica; destaca que el acceso de los pacientes a los medicamentos es responsabilidad compartida de todos los agentes del sistema sanitario”.
En definitiva, se pueden (y se deben) reducir costes en la industria farmacéutica mediante la automatización, tanto de las funciones de rutina como de la inspección, llenado, envasado y asistencia en la fabricación de medicamentos personalizados. Además, los robots presentan máxima eficiencia y gran fiabilidad, lo que permitiría a las compañías farmacéuticas desplegar velozmente una alta capacidad de fabricación, para llevar medicamentos al mercado de manera más rápida.
Pero muchos ven en eso un peligro para el empleo y siguen reclamando conservar métodos obsoletos de monitorización de procesos y formas anticuadas de interrelación entre instalaciones y equipos de operaciones. Así, en situaciones como la actual pandemia del COVID-19, su única solución posible es detener la producción, retirando empleados de sus puestos de trabajo, ya que al desafío apremiante de que enfermen y no puedan trabajar, se une el cierre escolar, que hace de la conciliación familiar para el cuidado de niños y ancianos el verdadero desafío. Dicho reto solo se podría resolver reorganizando a los empleados restantes y agregando más turnos, como único modo factible para mejorar la flexibilidad y asegurar la producción.
Sin embargo, la automatización está transformando definitivamente esos paradigmas de la industria farmacéutica ‘clásica’ en lo relativo a la necesidad de trabajo presencial (evitando la exposición a entornos potencialmente peligrosos), reduciendo cargas de trabajo adicionales (en horarios nocturnos y festivos) y mejorando la flexibilidad productiva con monitorización de procesos en tiempo real, lo cual fomenta la excelencia en la fabricación, al reducir el margen de errores humanos.
Eso sí, que una actividad pueda automatizarse no significa que sea fácilmente automatizable, porque existen factores económicos y tecnológicos más complejos. Hay actividades en las que se requiere mucha actividad física pero persiste la importancia de la intervención humana, al ser operaciones en entornos impredecibles y poco definidos. Aun así, dicha intervención está en desventaja cuando comparamos velocidad, consistencia o rentabilidad de los robots. El robot no solo realiza sus tareas exactamente como se le indica, sino que todo lo que hace puede documentarse a fondo, contribuyendo a una correcta trazabilidad.
En consecuencia, resulta fundamental desarrollar la colaboración entre individuos y departamentos, para determinar qué personas deben participar en los procesos automatizados y qué actividades serán factibles, para construir una coalición en torno a talentos y capacidades complementarias. De este modo, se podrá dar respuesta a la necesidad de desarrollar, escalar y fabricar rápidamente: los grupos de I+D+i y calidad pueden trabajar en la readaptación de procesos, los informáticos tienen que proporcionar acceso directo a las telecomunicaciones y los responsables de ingeniería deben mantener operativas todas las infraestructuras de intercomunicación. Así Resulta fundamental desarrollar la colaboración entre individuos y departamentos, para determinar qué personas deben participar en los procesos automatizados se demuestra que todos tienen un papel que desempeñar, incluyendo la dirección, que debe fijar nuevos roles y asignar responsabilidades claras para ahorrar tiempo, reducir errores y ayudar a prevenir la necesidad de rehacer tareas. E incluso también los gobiernos, creando estándares, políticas, leyes y regulaciones sobre cómo la tecnología debe (o no debe) ser usada.
Finalmente, los sistemas educativos necesitan fomentar metahabilidades cognitivas, emocionales y prácticas, en las que las máquinas (¿todavía?) no son autónomas, tales como el emprendimiento, el trabajo en equipo, la curiosidad y la adaptabilidad a entornos cambiantes, para saber cooperar con sus ‘adversarios’ y generar la mayor eficiencia operativa.

Datos del autor
Nombre JUAN ANTONIO DÍAZ
Empresa OXOPROBICS
Cargo CEO Y CO-FUNDADOR
Utilizamos cookies propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarte publicidad personalizada a través del análisis de tu navegación, conforme a nuestra Política de cookies.
Si continúas navegando, aceptas su uso.


Más información

Política de privacidad | Cookies | Aviso legal | Información adicional| miembros de CEDRO