Adicionalmente a la euforia que desató en el mundo sanitario, económico, político y en toda la sociedad, llamó la atención que la vacuna de Pfizer necesita conservarse y distribuirse a temperaturas extremadamente bajas, la misma que en la Antártida, hasta en el momento cuando se reconstituya para ser inoculada. El problema es que la cadena de frío inferior a 70ºC es difícilmente garantizable en muchos hospitales o países. Es necesario hacer un seguimiento y mapeo del proceso logístico, identificando stoppers y cuellos de botella del mismo. Moderna anuncia que su vacuna puede ser almacenada a temperaturas de entre 2ºC y 8ºC durante 30 días y a -20ºC (congelador convencional) durante seis meses, pudiendo estar a temperatura ambiente durante 12h. La de AstraZeneca puede almacenarse a temperatura de refrigerador normal (2ºC a 8ºC) y distribuirse utilizando la logística existente. Según publicaciones aparecidas en los distintos medios de comunicación analicemos el caso.
El gran reto
¿Existe otra vacuna con esta necesidad de conservación extrema? Las primeras son realmente novedosas. Se basan en ARN-mensajero sintético, parte del material genético del virus. Casi todas las vacunas hasta ahora necesitan para conservarse una cadena de frío de entre 2ºC y 8ºC, la temperatura de una nevera convencional, pero la de Pfizer solo conservaría sus propiedades unos días. No es la primera vez que nos encontramos con una vacuna que requiere esta temperatura. La vacuna frente al Virus Ébola Zaire debe conservarse y transportarse congelada entre -80ºC y -60ºC. Después de la descongelación se puede conservar durante un máximo de 14 días de 2ºC a 8ºC. La diferencia con la situación actual es que la logística se centraba en un único país africano y la población a vacunar eran ‘solo’ unos cientos de miles de personas.
Según noticias en prensa, basadas en distintos comunicados del laboratorio, la vacuna producida se debe conservar a -70ºC. Plantea ya el primer problema de tener que utilizar viales especiales que no se rompan a esta temperatura. El almacenamiento, transporte o protección del personal dentro del almacén, contempla todas las precauciones que requiera la manipulación del producto, así como congeladores especiales, tanto en potencia (elevado gasto energético), tamaño, etc. Las sondas y sensores térmicos en los almacenes son vitales para evitar desvíos de temperatura. Incluso los almacenes donde se guarde el producto terminado, por su especial valor económico, además de mantenerse en secreto, tienen especiales medidas de seguridad contra el robo.
Desde estos almacenes el producto se transportará en camiones a los aeropuertos. La solución son contenedores especiales, del tamaño de un maletín y unos 30 kg. de peso, donde va empaquetada con hielo seco. Tienen una autonomía de unos 10 días, conteniendo entre 1.000 y 5.000 dosis. Lleva sensores GPS, que monitorizan temperatura y ubicación, y una torre de control, garantizando su validez el tiempo suficiente en vuelo hasta que haga falta volver a congelar.
Para el trasporte aéreo, no todos los aeropuertos están certificados ni acondicionados para recibir medicamentos, por lo que la logística en tierra de recepción de las vacunas debe ser abordada a nivel local. Y además de la parte técnica, habrá que abordar cómo aligerar la parte burocrática, de permisos, aduanas, fronteras, etc. o legislación de clasificación de mercancías peligrosas de los refrigerantes utilizados. Los aviones, a falta de acondicionamiento especial, podrán transportar los contenedores anteriormente mencionados. Según las estimaciones de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), serían necesarios unos 4.000 aviones de carga Boeing 747 para transportar una dosis única a 3.900 millones de personas en todo el mundo.
En tierra se transportará a almacenes locales, denominadas granjas de congelación: centros logísticos que distribuirán las vacunas entre los centros sanitarios de vacunación. Aquí tenemos la misma necesidad de congeladores a -70ºC, pudiendo mantener la vacuna hasta 6 meses. Son casi inexistentes los almacenes con gran capacidad de almacenaje, por lo que es de prever que el objetivo sea que estén en estos almacenes el menor tiempo posible (incluso aprovechando los 10 días de los contenedores), para en un servicio casi ‘just in time’, llevar el producto al punto de administración de la vacuna, principalmente hospitales o centros sanitarios acreditados y acondicionados para hacerlo.
La entrega al centro de vacunación será mediante un transporte capilar en vehículos acondicionados para que la pérdida de frío de los contenedores sea mínima, pero no siendo lo principal la refrigeración del vehículo, sino el transporte de los contenedores.
En el centro de vacunación se pueden instalar grandes congeladores donde ya pueda ser extraída la vacuna. Pero hasta para los hospitales más grandes y punteros supone un reto el mantenimiento en sus instalaciones de grandes cuartos fríos con estas temperaturas, incluso en los países desarrollados. Los trajes especiales o EPIs para manipular el producto serán especiales para la protección de los sanitarios.
En el caso de que el centro de vacunación no tenga estos congeladores, también se podría distribuir en bolsas de hielo seco, donde la efectividad de la vacuna se mantiene hasta cinco días en un rango de temperatura entre 2ºC y 8ºC. O incluso si el hospital recibe el contenedor de fábrica, recargar con hielo seco antes de que transcurran las primeras 24h., manteniendo la efectividad de la vacuna hasta 15 días. Cada 5 días se debe recargar de hielo seco. El día 15 se trasladan a las neveras (2 ºC a 8ºC). Las vacunas se deberán usar como máximo en 5 días.
Y en estos centros de vacunación que determine cada estado, podrá empezar a incrementarse la temperatura, en función del protocolo que marque el laboratorio, con los tiempos bien definidos de descongelación y paso a temperatura aceptable por el cuerpo humano, para que se reconstituya y pueda ser inoculada a los pacientes, evitando la pérdida de estabilidad y de eficacia en caso de no ser seguidos. Revisar la disponibilidad agujas, jeringuillas y suero fisiológico para la reconstitución de la vacuna. Una vez que se descongela la vacuna, debe reconstituirse en 2h máximo y usarse hasta 6h después de la reconstitución.
Epílogo
Trabajando con modelos logísticos y de planificación de la cadena de suministro como se ha hecho tradicionalmente, con reducida capacidad de planificación colaborativa entre todos los agentes de la cadena, nos lleva a un escenario en el que serían necesarias unas inversiones gigantescas. El problema no es solo la capacidad económica para dichas inversiones, sino los tiempos requeridos para dotar a todos los nodos de la cadena de estos medios, las capacidades productivas existentes y la formación de todas las personas en el manejo logístico a esas temperaturas. Inversiones que en poco tiempo podrían quedar obsoletas o con reducido uso viendo el ritmo de desarrollo de otras vacunas.
La alternativa seguramente pasa por inversiones en este tipo de cámaras ya sean de -70ºC, -40ºC o -20ºC en grandes centros logísticos, como Farmavenix, que permitan la centralización de stocks a dichas temperaturas, y modelos logísticos de entrega muy ágiles desde dichos centros a los puntos de dispensación, asegurando que los tiempos desde la salida y su administración a los pacientes sean inferiores a 3-4 días. Una planificación global de la cadena de suministro que permita la creación y control de un único plan de suministro que integre a todos los agentes involucrados: fabricantes-operadores logísticos-distribuidores-administraciones-hospitales & centros de salud y pacientes. Se requerirá un modelo de trabajo colaborativo exigente. Operadores Logísticos no solo aportan sus capacidades técnicas sino la capacidad de integrar a todos los agentes y generar planes de suministro que permitan modelos mucho más eficientes, racionales y, sobre todo, capaces de dispensar millones de vacunas en pocas semanas, sin esperar inversiones que seguramente llegarían tarde.
Empresas logísticas que puedan asegurar su transporte y el cumplimiento de las GDP (personas responsables del proceso, procedimientos específicos de vacunas, monitorización de temperatura continua, alarmas de desviaciones, protocolos de ante rotura de cadena de frío, protocolos de envíos…), expertas en gestión y distribución de las vacunas, con instalaciones y recursos customizables para operar, personal experto en el producto, asegurando condiciones específicas de refrigeración en toda la cadena, con una plataforma de sistemas funcional, operable, integrable y customizable, capaz de poner en 24h la vacuna en cualquier punto del territorio español de manera trazable.
Operadores logísticos especialistas en el sector farmacéutico, como Farmavenix, que en los últimos años se ha encargado de la distribución del 80% de las dosis de la vacuna contra la gripe, con un servicio integral y soluciones ad hoc para garantizar la óptima conservación y traslado de antivirales, biosimilares y otros medicamentos de alta sensibilidad que requieren un tratamiento específico y plazos de entrega muy ajustados. Adicionalmente a la planificación y la colaboración, es importante la experiencia y la calidad de servicio demostrada y estar constantemente bajo la normativa de distribución del medicamento y sus BPD´s, garantizando y asegurando el servicio y la llegada al paciente con el 100% de las garantías.
Nombre | Juan Jorge Poveda Álvarez |
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Empresa | Grupo Cofares |
Cargo | Director del gabinete de dirección del grupo y vocal de distribución del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid |
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