Industria farmacéutica bajo presión: EE. UU. amenaza con regulación si no hay cambios voluntarios.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha enviado cartas a 17 de las mayores compañías farmacéuticas del mundo exigiendo que reduzcan voluntariamente los precios de sus medicamentos en EE. UU. para alinearlos con los que aplican en países extranjeros con alto poder adquisitivo. En caso de no hacerlo, la administración ha advertido que utilizará “todas las herramientas disponibles para proteger a las familias estadounidenses”. Las empresas tenían hasta el 29 de septiembre para responder.
Algunas compañías ya se han pronunciado. Eli Lilly anunció que subirá precios en Europa para bajar los de EE. UU., mientras que Bristol Myers Squibb ha señalado que cobrará el mismo precio de lista para un nuevo tratamiento contra la esquizofrenia tanto en Reino Unido como en Estados Unidos.
La medida se enmarca en la estrategia de la administración Trump de presionar a las corporaciones para lograr compromisos voluntarios en áreas como salud, alimentación o seguros, evitando la vía regulatoria directa. Sin embargo, expertos en salud pública y exfuncionarios advierten que estos compromisos son difíciles de sostener sin regulaciones obligatorias, ya que las empresas tenderán a proteger sus márgenes de beneficio.
En paralelo, la Casa Blanca ya estudia un borrador normativo del Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS) que podría obligar a las farmacéuticas a ofrecer sus medicamentos a un “precio de referencia global”, un modelo similar al intento fallido durante el primer mandato de Trump, que fue bloqueado en tribunales.
La evolución de este pulso marcará si las farmacéuticas adoptan cambios significativos en sus políticas de precios o si EE. UU. avanza hacia una regulación más estricta en la comercialización de medicamentos.
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