Pedro Luis Sánchez, director del Departamento de Estudios de Farmaindustria
Mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes es el fin último de los medicamentos innovadores, buscando siempre superar los resultados de los tratamientos utilizados hasta la fecha en la práctica clínica y sumando conocimiento para garantizar el avance imparable de la ciencia médica. Su desarrollo es un proceso largo, complejo y costoso que supone una inversión media cercana a los 2.500 millones de euros y que no siempre resulta un éxito.
La llegada de nuevos tratamientos, pese a suponer para los sistemas sanitarios una inversión de recursos en primera instancia, tiene un efecto secundario muy positivo para los Estados desde el punto de vista económico y social, ya que ahorran costes de una forma muy importante, tanto en el propio sistema sanitario como en la estructura productiva de un país. Es decir, “la innovación farmacéutica genera crecimiento económico”.
Esta es la tesis que defendió este viernes en Madrid el director del Departamento de Estudios de Farmaindustria, Pedro Luis Sánchez, en el XXXV Seminario Interdisciplinar de Bioética, que organiza la Universidad Pontificia de Comillas, centrado en esta edición en la Bioética del medicamento.
Los motivos que explican esta afirmación son variados y todos basados en la evidencia científica. Así, Sánchez recordó que los nuevos medicamentos son los responsables directos de hasta el 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados y que la utilización de innovaciones farmacéuticas ahorra recursos para la atención sanitaria. Así, cada euro invertido en medicamentos ahorra entre 2 y 7 euros en otros gastos sanitarios, y suma ahorros indirectos en productividad y otros costes sociales, como queda demostrado en el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, realizado por la Fundación Weber.
“Una mejora de un año en la esperanza de vida de la población supone un aumento del 4% del Producto Interior Bruto (PIB)”, destacó el portavoz de Farmaindustria. Por lo tanto, la innovación farmacéutica permite optimizar los recursos sanitarios, genera un importante ahorro de costes directos e indirectos a los sistemas de salud, mejora la productividad laboral y es la base de un sector productivo muy dinámico que está a la cabeza en inversión industrial en I+D.
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